Un convenio histórico permite que quienes han dedicado su vida al cuidado familiar coticen sin coste, reconociendo por fin un trabajo esencial y hasta ahora invisible.
Hasta 2019, las personas dedicadas al cuidado de sus familiares que no desempeñaban su labor de manera profesional, carecían de derechos, laboralmente hablando. Para cambiar esta situación, hace seis años, comenzó una andadura para dignificar este esfuerzo realizando un convenio especial para cuidadores no profesionales pero que ejercen su labor durante una gran parte de su vida, viéndose obligados a aparcar la suya propia para poder atender las necesidades de los que más quieren. Un reconocimiento que permite dar visibilidad a lo invisible y a una figura que, hasta el momento, había pasado desapercibida.
Según las últimas cifras aportadas por el IMSERSO a 30 de septiembre de 2025, este convenio ha conseguido que más de 86 mil personas -de las que un 87% son mujeres- estén cotizando hoy a la Seguridad Social, viéndose así reconocidos como vida laboral los años que han pasado dedicados al cuidado de familiares.
Años de esfuerzo y trabajo no remunerado, sin horarios, y sin cotizar, dejaba a esta parte de la población en el más absoluto desamparo, siendo un pilar clave en la sostenibilidad de la atención a la dependencia. En muchos casos no pudieron acceder a trabajos fuera de este cuidado en el ámbito familiar, y en otros casos tuvieron que renunciar a su vida laboral para poder atender estas necesidades que a su misma vez, les dejaba en un estado de vulnerabilidad absoluta tanto dentro del cuidado como una vez finalizado el mismo.
Este convenio se ha convertido en una herramienta que marca un antes y un después en la historia de la dependencia. Desde 2019, el tiempo dedicado al cuidado de familiares computa como tiempo cotizado para una futura jubilación o incluso otras prestaciones. Lo innovador de este convenio es que estas personas pueden cotizar sin tener que pagar por ello como en el caso de los autónomos, siendo la Administración General del Estado la que asume el 100% de la cuota que se ingresa en la Tesorería General de la Seguridad Social y no siendo necesario haber cotizado con anterioridad a la etapa de cuidador.
Salvar este vacío en la vida laboral de las personas cuidadoras no profesionales, les hace alejarse del umbral de pobreza y vulnerabilidad que muchas arrastraban tras años de dedicación plena a sus familiares. Esta brecha social se recrudece más en zonas de ámbito rural ya que en estas áreas, el número de recursos con los que se cuenta para poder conciliar la vida laboral, personal y de cuidado a personas dependientes se ve mermado, haciendo incluso más importante este tipo de medidas por la falta de recursos al ser zonas de baja población.
Cómo lo hago
Se puede acceder a este tipo de convenio a través de los Servicios Sociales una vez que se reconozca el grado de dependencia de la persona atendida. El cuidado debe ejercerse en el domicilio familiar y la persona cuidadora debe ser idónea para cubrir ese puesto y aceptar un compromiso formal de cuidado garantizando así el bienestar de la persona dependiente.
Esta medida es una garantía de futuro, sosteniendo las vidas de personas con dependencia y de sus cuidadores. Aun con limitaciones, este convenio es un gran paso para el reconocimiento institucional del trabajo doméstico de cuidados y para la dignidad de las personas tanto dependientes como cuidadoras.
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